No es fácil el proceso poético de develar el “yo” a otro sin temor y desde lo poético, de construir la opción de ser artista desde un argumento; establecer diálogos íntimos entre el “tu” y el “yo” (Martín Buber) sobre asuntos que nos hacen conscientes de la fraternidad; o compartir los límites de lo humano; o el desespero de la violencia. Hacer esta tarea requiere de un rigor en la formación académica y en la comprensión de lo que somos.

La afirmación somos un nosotros, es una constante en la obra de Patricia. La seducción al espíritu creativo requiere una clara conciencia del espacio, de los tiempos, del conocernos. Al recorrer su obra, se ve la madurez de un lenguaje capaz de convocarnos a hablar de asuntos concernientes a lo que somos y accesible al corazón del visitante.

Hablar de asuntos de vida, de lo que somos hoy, hablar del derecho universal a “ser” y la obligación de no violentarlo, es su opción en este camino del arte.

Desde lo más frágil, desde lo más íntimo, es desde ahí donde logramos expresar conceptos con autenticidad. Su obra es acerca del deseo de comprender al “otro”. La artista, en plenitud de su fortaleza creativa, convoca su pulsión por develarnos la vida, por mirar al firmamento con un proyecto de arte, en instancias, no fácil, pero auténtico y finalmente posible.

Juan Alberto Gaviria. Curador. Galería de Arte Contemporáneo Paúl Bardwell. Centro Colombo Americano.
Medellín – Colombia.


Mata que Dios perdona / Detalle

No se Nada / Detalle

Blanco del Ojo

Blanco del Ojo / Detalles

La Niebla

La Niebla

Mata que Dios perdona / Montaje
En la obra Mata que Dios perdona, aparece la fotografía de un cielo rojo, sobre el cual ha superpuesto un listado que registra los datos de 4.675 personas que fueron objeto de una muerte violenta en la ciudad de Medellín, en 1996. En cada línea del texto se consignan las referencias correspondientes al nombre, edad, hora, lugar, fecha y causa del deceso de cada reseñado. La sucesión de líneas aunada a la suma de paneles fotográficos que amplían la imagen de un cielo amenazante, genera una reiteración de la idea de acontecimientos en serie.

En el cuarto retablo aparece la imagen de la artista, a manera de un transeúnte, cuya figura es captada por la cámara desde una posición perpendicular, como si se estuviera obturando desde el aire. El visitante se encuentra entonces en medio de una relación cielo-tierra que le permite comprender cómo en cualquier momento puede entrar a formar parte de la realidad que se nombra. De la figura en escorzo se destaca la mirada, que por una parte escruta ese cielo donde confluyen la belleza y la desesperanza, y por otra -en una situación de subordinación- sigue los pasos de quien la contempla.

En Mata que Dios perdona, Patricia Bravo maneja un tiempo que no se divide en fracciones preestablecidas (horas, días, meses...) sino que se encuentra marcado por el recuento de las muertes violentas que ocurren en un lapso específico. Así pues, en esta obra se sienten las pulsaciones del pasado, como una llamada de alerta, en el presente.

Carmen María Jaramillo. Curadora.



No se Nada / Detalle

No se Nada

No se Nada / Detalle

Los textos son testimonios reales, de personas acusadas de delitos graves. La violencia es propia, interior. Somos violentos. La violencia no es algo exterior, fantasmal, que en un momento dado se materializa. El ser humano es violento. Esta “intimidad” se hace patente en la obra. Lo que nos confronta en ella es el sabernos violentos. Ubica la agresividad dentro de cada ser humano y obliga a este saber.

Este espejo en que nos miramos y en que no queremos reconocernos, donde el rostro gira a lado y lado como diciendo “no”, este espejo en movimiento donde no hay rostro delineable, donde desaparece toda nitidez, todo detalle; este rostro anónimo en fin, se detiene para enfrentarnos y obligarnos a decir “si”, soy yo.

Esta secuencia de rostros inasibles pero presentes, teñidos de textos testimonios, somos todos y no son nadie a la vez. Son patencia y ocultamiento. Pero son huella y rastro que se revierten sobre nosotros mismos, los que estamos a este lado de la obra. El del otro lado que soy yo. El otro abordado, puesto de manifiesto por la obra. Reseñado por ella.

Mónica Boza. Filosofa.


No oigo Mi Respiración

No oigo Mi Respiración / Montaje

Artista / Patricia BRAVO


Contacto: artistapatriciabravo@yahoo.es


Patricia Bravo (Medellín, 1966) estudió Artes Plásticas en la Universidad Nacional de Colombia (sede Medellín) entre 1985 y 1990. Desde el año mismo de su graduación, inició una intensa y significativa trayectoria profesional, al presentarse en la III Bienal Internacional de Vídeo del Museo de Arte Moderno de Medellín. Desde ese momento, primero en los eventos y espacios expositivos comprometidos con la promoción del “arte joven” (Salón de Arte Universitario, Salón Arturo y Rebeca Rabinovich - Museo de Arte Moderno de Medellín -, Salón de Arte Joven - Galería Santafé, Bogotá -, programa expositivo Nuevos Nombres - Sección de Artes Plásticas del Banco de la República de Colombia, Bogotá -), y luego de forma particular, a partir de 1993, cuando realiza su primera exposición individual (Hecho hombre - Galería Santafé, Bogotá -), la obra de Patricia Bravo fue cobrando una mayor visibilidad y legitimidad dentro de la escena artística nacional. Al mismo tiempo, su trabajo de reflexión sobre el medio fotográfico empezó a ser reconocido en el medio internacional; en 1996, junto a Oscar Muñoz, participa en la muestra Biographies / Biografías, Contemporary Colombian Self Portraits, curada por Carolyn Richard, que se organiza en el marco del VI Festival Internacional de Fotografía - FOTOFEST (Houston, EE. UU.). Ya para 1998, su propuesta empieza a consolidarse; ese año, precisamente, marca un primer momento culminante en su trayectoria artística, con la obtención del primer premio de la muestra itinerante Rojo sobre rojo. A partir de su preocupación por las problemáticas sociales del contexto colombiano, la obra de Bravo, por otra parte, inició la construcción de un lugar muy significativo dentro de la tradición del arte colombiano relacionado poéticamente con la violencia. Este último factor, permitió que la historiadora y curadora Carmen María Jaramillo la incluyera en la muestra Otras miradas (Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, 2004), con uno de sus más significativos trabajos, Mata que Dios perdona (1998), al lado de Débora Arango, Beatriz González, Johanna Calle, María Fernanda Cardoso, Clemencia Echeverri, María Elvira Escallón, Delcy Morelos, Libia Posada y Gloria Posada. El trabajo de Bravo, en los últimos años, ha empezado a tener resonancia internacional.

Carmen María Jaramillo en el Catalogo de la muestra escribe sobre la obra: “Patricia Bravo ha reflexionado alrededor de la vulnerabilidad y la fragilidad de la naturaleza de los seres humanos, que se debaten entre polaridades como el amor y el odio, la ternura y la violencia, la vida y la muerte. Así mismo, trabaja con su propia imagen que, más que aludir al autorretrato o la autobiografía, se convierte en una metáfora del transeúnte, del ciudadano, que se encuentra expuesto en su vida cotidiana en forma permanente. Para ello, hace uso de la fotografía y de la instalación como herramientas que le permitan concretar sus ideas plásticas”.

Carmen María Jaramillo. Curadora.



Estar en la Niebla

Estar en la Niebla

Estar en la Niebla / Detalle
La esperanza como sino y deseo inconcluso, es presentada por la artista en su obra reciente. Estar en la niebla, es el retrato colectivo de las mujeres en medio del conflicto. Prosopografía con testimonios de madres, esposas, hijas o hermanas que se superponen en imágenes de paisajes nublados como su destino, incierto y difuso, a la espera de sus seres queridos, los hombres en la guerra, cooptados por el secuestro, la desaparición o el reclutamiento forzoso. Frases como, “…Hijo mío espero tu regreso pronto”, “Querido hijo siempre te llevo en mi pensamiento y especialmente en mi corazón” o “Quisiera un nuevo amanecer para compartir contigo la alegría de tus hijas” son dicientes de la angustia y el dolor que viven muchas familias en Colombia. Como un homenaje a estas mujeres esperanzadas y a estos hombres olvidados, la artista construye un umbral de memoria, correlato de imágenes y textos sobre el angustioso devenir que marca la espera en la distancia.

Carlos Uribe. Historiador. Artista y curador independiente.

martes, 29 de diciembre de 2009

Esperando esos días azules, que sí van a volver

Esperando esos días azules, que sí van a volver establece nexos entre cielo y tierra, entre contemplar y yacer, mientras el paisaje y el cuerpo son atravesados y unidos por el listado de muertes violentas en un año en la ciudad. El registro innumerable de nombres, edades, armas, lugares, días y horas de cada asesinato, confronta al espectador con una realidad sanguinaria y dolorosa que lo rebasa, que lo abruma.

Pero no sólo la mirada genera vínculos entre observador e imagen, la presencia de la corporalidad y la nominación de los sujetos, brindan una magnitud significativa en la reconstrucción de los hechos ante la comunidad, en tanto los asesinatos y las desapariciones forzadas en Colombia son tragedias donde la pérdida tiene dimensiones inconmensurables. Por lo tanto, más allá de la muerte física se enfrenta la inexistencia social, el fin de una identidad.

Gloria Posada. Artista. Escritora.